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Lo que la tragedia se llevó

Apenas me da la memoria, y menos aún la pena, para hacer recuento de las tragedias que en apenas 72 horas han acaparado las portadas de los diarios provinciales y nacionales. A saber:

  • Dos jóvenes de 19 y 18 años muertos en las carreteras de Guadalajara durante el fin de semana, el primero atropellado entre Cabanillas y Marchamalo, y el segundo al volante de su coche cuando circulaba cerca de Salmerón.

  • Dos ciclistas fallecidos en Valencia tras ser arrollados por una joven que conducía borracha y drogada. Dicen que la tipeja se encuentra ahora en estado de shock. Lo que hay que escuchar!

  • Un niño de 11 años asesinado por su padre en La Coruña en vísperas del Día de la Madre. El malnacido amenazaba de manera constante a su ex mujer y madre del pequeño, aunque nunca nadie consideró que el régimen de visitas a su vástago debiera ser revisado. Cuentan las crónicas locales que, cuando la Policía le llevó al lugar del crimen y le colocó frente a la macabra escena, el energúmeno espetó: ‘A ver si acabamos pronto, que estoy cansado’. Hijo de perra, así te pudras en la cárcel!

  • Una pequeña de 6 años muerta cuando el castillo hinchable donde se divertía el domingo salió, literalmente, volando.

  • Dos muchachos de 17 años fallecidos tras desplomarse un ascensor en pleno centro de Madrid. Los jóvenes andaban celebrando junto a unos amigos el fin de los últimos exámenes de 2º de Bachillerato y brindando por su inminente futuro universitario.

Y en medio del dolor… los de siempre, a lo suyo. El PP asediado por sus corruptelas. El PSOE enfrascado en su guerra caínita. Podemos con sus disparatadas ocurrencias. Los herederos de ‘il padrino catalán’ con la matraca del independentismo. Y los de naranja sin dar demasiadas pistas sobre si van, o vienen. Y yo, que ando más que harta de tanta monserga, sabéis que os digo: que, por mí, como si os vais al carajo. Que no estoy dispuesta a perder ni un minuto más en escucharos. Que la vida son dos ratos; uno lo invertiré en intentar ser feliz. Y el otro lo aprovecharé para rezar por todos esos sueños que han saltado por los aires, por todas esas ilusiones que se han quedado en el frío asfalto, por esa juventud que se ha precipitado por el hueco de un elevador y por esa infancia interrumpida a palazos.


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